jueves, 27 de enero de 2011

Destino publicará '¡Indignaos!' en España [El País]

Unas 32 páginas pueden ser suficientes para movilizar a una generación. Las de Indignez vous!, el libro del veterano de la Resistencia francesa de 93 años Stéphane Hessel, desde luego han generado un fenómeno literario auténtico: el panfleto ha vendido más de un millón de ejemplares y encabeza desde hace tres meses la lista de los libros más vendidos de Francia. El próximo 22 de marzo el texto llegará a las librerías españolas: Ediciones Destino publicará ¡Indignaos!, que incluirá también una reflexión de Jose Luis Sampedro.

Indignaos, que en Francia cuesta unos tres euros, se dirige a los jóvenes y les anima a decir basta y a luchar contra la dejadez de la sociedad de hoy en día. Hessel explica que en el mundo actual es más complicado identificar al enemigo (no como en su época, cuando existían Hitler y Stalin), pero sí existe y "hay que aprender a resistir" y a decir "no". El texto sostiene que los jóvenes se están jugando la libertad y los valores principales de la humanidad y lamenta que nadie esté haciendo nada para detener el deterioro de la sociedad.

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Destino/publicara/Indignaos/Espana/elpepucul/20110127elpepucul_7/Tes

miércoles, 19 de enero de 2011

¡Cabrearos! , por Gara

¡Cabrearos!

El libro «Indignez vous!» de Stéphan Hessel, combatiente de la Resistencia detenido por la Gestapo y huido dos veces de los campos de concentración de Buchenwald y Dora, sirve al autor para hacer un llamamiento a «cabrearse», sencillamente porque «ya está bien». Tras un breve repaso por la actualidad política, siempre con medidas correctoras que sufren «los de abajo» y preguntándose cuando les tocará a «los de arriba (familia real, banqueros...)», analiza el referido libro y destaca que fue «el estado de indignación» el que impulsó a los resistentes a oponerse al nazismo. Destaca la actualidad del comportamiento y programa de la Resistencia y concluye haciendo un llamamiento a mantener en alto la bandera de la «cólera intacta contra la injusticia», ya que «Crear es resistir y resistir es crear».

Más todavía? Es que como decían los otros, y aunque no lo dijeran, siempre hay razones para rebelarse, porque siempre nos dan sobrados motivos y porque las cosas no pueden ir a peor, al menos para los que soportan sobre sus doloridas espaldas las cargas de la llamada crisis, a la que por cierto se pretende dar salida y soluciones empleando precisamente a quienes la han provocado; es como si para solucionar los desaguisados se recurriese a Alí Babá y a los cuarenta políticos (que diga ladrones) y si no baste con ver las comisiones de expertos que se gastan (nunca mejor dicho) los López y compañía, por ejemplo.

Duele más la cosa, si cabe, al ver que quienes toman un día sí y otro también, desalmadas medidas lo hacen en nombre de la izquierda: las reducciones presupuestarias para jubilados y funcionarios, las subidas del gas y la electricidad, la subida de la edad de jubilación, la ayuda a los bancos (vístete de banquero y tendrás ayuda inmediata), la anulación de la «limosna» para los parados, el control de las ayudas sociales (es que con el dinero público no se puede jugar...), siempre medidas correctoras para con los de abajo, y cuándo les tocará el turno a los de arriba (la familia real, los banqueros y otros tiburones financieros, la clase política...), y podríamos continuar ad infinitum y en todos los terrenos.

Ahí está por ejemplo la nefasta política pro-marroquí que gasta el gobierno hispano con respecto al Sahara guiada por los intereses económicos, y con unas declaraciones de provocar el pasmo (luego se conocen los secretos del asesoramiento del gobierno de Zapatero al gobierno marroquí para solucionar el problema concediéndoles un cierto grado de autonomía)... y para colmo de colmillos luego vienen cargos -del gobierno vascongado o alcaldes del mismo partido- y cuelgan banderas de la república saharaui en los balcones municipales, reciben a los representantes polisarios y muestran su inequívoca postura de apoyo al pueblo de aquel lugar, colgándose así medallas indebidas, entre el cinismo más vil y la hipocresía más descarada.

Y para que la cosa quede más presentable sacan pecho ante, por ejemplo, los controladores aéreos (que dicho sea de paso no seré yo quien les apoye) cuando su desmadre ha supuesto perjuicios a seiscientas mil personas, minoría( y que me perdonen) desde luego con respecto a la totalidad de los perjudicados por las medidas restrictivas dictadas por esa casta privilegiada (los gestores del capital) de oficio sus políticas.

En fin, que no se preocupe el capital siempre tendrán a la socialdemocracia para que les haga el trabajo sucio.

Eso sí, ellos velan por nuestra salud (me refiero a la cosa del tabaco), y las continuas limitaciones que nos imponen no perjudican la salud, faltaría más... quizá alguna pastillita contra la depre y alguna úlcera para los más sensibles (si puedes pagártela). Evitaré, no obstante, embalarme más, ya que el motivo de estas enfurecidas líneas vienen provocadas por otro motivo, o pretexto.

Un joven anciano de noventa y tres años, nacido en 1917 en Alemania y naturalizado francés a los diecisiete años, acaba de publicar hace dos meses un librito (¿panfleto?) que por el momento lleva vendidos más de quinientos mil ( digo bien: 500.000) ejemplares , lo que le ha convertido en un destacado best-seller.

Indignez vous!» es el título de este libro de treinta y un páginas -diecisiete, si nos referimos al texto de Stéphane Hessel propiamente dicho- cuyo precio es de tres módicos euros y que ha sido editado por «Éditions indigene» (www.indigene-editions.fr), editorial dedicada «a los saberes y las artes no industriales de las Primeras Naciones -aborígenes de Australia, indios de América, tibetanos, inuit, maorís...-. Sin olvidar los «indígenas» de nuestras propias sociedades, estos pioneros, entre nosotros, que entienden romper con las lógicas mercantiles, proteccionistas, estandarizados, apuntando nuevos polos de autoridad intelectual y de viabilidad económica».

Completo la información señalando que la colección en que aparece la obra se llama «los que marchan contra el viento» («ceux qui marchent contre le vent»), es indudable que el título -tomado de unos indios norteamericanos- le viene que ni pintado al texto del combativo caballero.

La invitación de Stéphane Hessel a indignarse la hace ante el espectáculo de la injusticia que se observa se mire hacia donde se mire.

Recortes sociales, actitudes racistas con los inmigrantes, las diferencias crecientes entre quienes más tienen y quienes nada poseen, el infame tratamiento con los sin-papeles, el estado lamentable del planeta, la locura desarrollista que no conduce más que a esquilmar la tierra, la dictadura de los mercados financieros y un largo etcétera; espectáculo absolutamente visible de Pirineos para abajo.

El estado de indignación es el que impulsó a los resistentes a oponerse al nazismo, y a sus colaboradores locales.

Pues bien, como buen resistente, quien participase en tales redes, reivindica para hoy ese espíritu de indignación contra toda injusticia, poniendo sobre la mesa cuestiones que entonces constaban en el Programa del Consejo nacional de la Resistencia (educación pública para todos, seguridad social, jubilación digna, que los intereses públicos primen sobre los privados...), condiciones que a pesar del tiempo transcurrido siguen mostrando una pertinencia impepinable.

Ya lo hicieron saber indignados otros resistentes, en un llamamiento del 8 de marzo de 2004, entre los que se encontraban Georges Séguy, Lise London, Germaine Tillion, Jean-Pierre Vernant o el mismo Stéphan Hessel, este combatiente que en su momento fue detenido por la Gestapo y escapado de dos de los campos de concentración en los que fue encerrado Buchenwald y Dora).

La indignación que propone, que urge a las nuevas generaciones, Hessel se ha de plasmar según el agitador en redes organizativas como en su tiempo se organizó la Resistencia, utilizando medios no-violentos (si bien Hessel llega a comprender -refiriéndose al caso palestino- que cuando un pueblo es machacado, la violencia surja como muestra de exasperación ante las situaciones inaceptables) manteniendo en alto la bandera de la «cólera intacta contra la injusticia».

Ya que «crear es resistir. Resistir es crear»; y además ya está bien .

http://www.gara.net/paperezkoa/20110109/242039/es/%C2%A1Cabrearos

La voz de la indignación. , por Óscar Caballero

La voz de la indignación

ÓSCAR CABALLERO - París. Servicio especial

Este funcionario de la ONU fue uno de los doce redactores de la Declaración de los Derechos Humanos

Hessel pide una insurrección pacífica contra el desprecio al débil, la insolidaridad o la exaltación del dinero

En un París capital del lujo que abre hoteles a 20.000 euros la suite, el regalo más preciado en navidades, fue un librillo de 12 por 21 cm, 32 páginas y precio mini: 3 euros. Sin publicidad. Un éxito fraguado por libreros y público. Indigène, editorial alternativa de Montpellier, obtuvo así su primer superventas: diez impresiones, 850.000 ejemplares, por delante del Goncourt.

Indignez vous! (¡indignaos!) recupera el discurso resistente contra la ocupación alemana. Yel autor es un digno funcionario de las Naciones Unidas, de 93 años y cabellos blancos.

Claro que Stéphane Hessel pertenece a una especie en vías de desaparición, y no sólo desde el punto de vista biológico. Afable, capaz de recitar de memoria decenas de poemas, con el mismo educado fervor defiende a los trabajadores indocumentados y a los palestinos.

El libro, por el que no cobra derechos, celebra el 60. º aniversario de la Resistencia, "cuyo motivo básico fue la indignación". Hessel pretende renovarla: "El poder del dinero, que tanto combatimos, nunca fue más insolente y egoísta, con servidores en las más altas esferas del Estado".

Desbordados por el éxito del libro, sociólogos y políticos parecen evocar a Cocteau: "Cuando una situación le resulte incomprensible - aconsejaba el poeta-finja ser el instigador".

Para Hessel no hay misterio: "La última década del siglo XX fue prometedora, cayó el muro de Berlín, creció la sensibilidad humanitaria y ecológica. Pero los diez primeros años del siglo XXI son de signo contrario: insolidaridad, crisis, abismo entre los más ricos y los más pobres. Y en el caso de Francia, una presidencia que ha exaltado el dinero, las diferencias y ese horrible término de identidad nacional".

Herejías para un hombre cuya vida giró en torno a la cultura, el arte, el amor y la solidaridad. Nacido en Berlín, en 1917, tenía siete años cuando su familia se radica en París, en el cogollo de la vanguardia. Su madre, Helen Ground, escritora y pintora, inspiró la Catherine del trío Jules et Jim,el del inolvidable filme de François Truffaut. Jules era su padre, Franz Hessel, alemán, judío, escritor y traductor. Y Jim, el francés Henri-Pierre Roche, autor de la novela en la que se basó Truffaut.

Nacionalizado francés en 1937, Stéphane fue de los primeros en seguir a De Gaulle. Clandestino en Francia, en 1944 cayó en manos de la Gestapo. Fue torturado y deportado a Buchenwald y, dos días antes del fijado para su ejecución, cambió su identidad por la de un muerto. Huyó, le atraparon, volvió a huir.

Esa vida de regalo y una frase de Sartre - "Sólo es hombre quien se compromete"-le impulsaron a ingresar en las Naciones Unidas: fue uno de los doce redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. "Fue un milagro. Creíamos que no habría más guerras. Se conocían los crímenes de los campos; la vida retomaba sus derechos. Poco después, Corea, las guerras de descolonización, el telón de acero, devolvían beligerancia".

Y que no le digan que son utopías su fe en el derecho internacional, en la paz para Oriente Medio - denuncia la ocupación-,en la posibilidad de un mundo sin violencia...

Hessel, protector de argelinos durante la guerra con Francia y de los sin techo y los extranjeros, hoy, reclama en su best seller "una insurrección pacífica contra el consumo masivo, el desprecio por los débiles, la competencia de todos contra todos".

http://www.sindicat.net/n.php?n=12552

Cuidado: este libro es una bomba. , por Xavi Ayén

Cuidado: este libro es una bomba

Xavi Ayén

Observen al venerable señor de la fotografía.

A sus 93 años, parece reírse de los manuales del buen editor comercial, que aseguran que los ensayos políticos son veneno para la taquilla. Ah, amigos, eso era antes de la crisis. Su Indignez vous! se ha convertido en el regalo de moda estas Navidades en Francia, un país ya de por sí propenso a la indignación pero al que la crisis económica - y sus consabidos recortes sociales-está empezando a sacar de sus casillas.

Stéphane Hessel ha puesto palabras a una sensación vaga de cabreo general que flotaba en el ambiente. La gente, sí, está indignada, pero antes de Hessel no sabía muy bien por qué. Asistía al aluvión de lo que se le venía encima, intentaba cubrirse la cabeza, pero no entendía la complejidad de esa nebulosa de intereses económicos y organización del poder que, vaya casualidad, derivaba siempre en una pérdida de algo. Hessel no da compasivas palmaditas en la espalda a la gente, no les dice que "esto es lo que hay" y que hay que apechugar. Al contrario: su libro da coherencia y dignidad a la vida de sus apesadumbrados lectores, refuerza su manera instintiva de pensar, esa atávica desconfianza que anidaba en ellos hacia los poderosos y lo hace, además, sin caer en paranoicas teorías conspiracionistas al uso.

El libro de Hessel - a tres euros-dice cosas como que "la actual dictadura internacional de los mercados financieros (...) amenaza la paz y la democracia". Apunta, pues, hacia un enemigo y reivindica la actitud del resistente - él lo fue, contra los nazis-,y el mensaje creíble de que se pueden cambiar las cosas, apelando a ese noble sentimiento que, más o menos recóndito, anida en todos nosotros: la rebelión contra la injusticia.

Son cosas que suceden en esa extraña república francesa vecina. El reino de España, y sus súbditos, esperan todavía su panfleto.

http://www.sindicat.net/n.php?n=12552

Indignate! , por Edgar Cherubini

Este es el título de un manifiesto llamando a la “insurrección pacífica” en Francia. El autor del panfleto es Stéphane Hessel, de 93 años, antiguo combatiente de la resistencia, sobreviviente de los campos de concentración de Buchenwald y Dora, uno de los redactores en 1948 de la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, embajador de Francia y Commandeur de la Légion d’honor.

Apartando algunos sesgos presentes en las 22 páginas de su arenga, que se vende a las puertas del metro a dos euros, Hessel hace un llamado a rescatar los valores por los que su generación luchó setenta años atrás, para lo cual ha sostenido diversas reuniones con los antiguos miembros del Consejo Nacional de la Resistencia. Haciendo un poco de historia, en 1943 se reunió por primera vez en París esta organización clandestina, liderada por Jean Moulin, quien representaba a de Gaulle en Francia durante la ocupación alemana. En ese encuentro participaron dirigentes de los partidos políticos, así como delegados de las confederaciones de obreros y trabajadores de la CFTC y de la CGT.

Esto sucedió tres años después del histórico llamado a la Francia Libre o Francia Combatiente (France Combattante), realizado por de Gaulle, el 18 de junio de 1940, para organizar las primeras redes de resistencia contra el ejército de ocupación nazi y el gobierno apátrida del General Petain. “Allí participaron por igual, intelectuales, periodistas, personal de museos, bomberos, mecánicos, mesoneros, que se convirtieron de un día para otro en personas de acción” (Agnès Humbert, La Resistencia). Los franceses combatientes, en apenas tres años, sumaron decenas de miles, un ejército anónimo en las ciudades, pueblos y bosques, llamado “el ejército de las sombras”. Gracias al Consejo Nacional de la Resistencia se comenzaron a ver los frutos de esa unión de intelectuales, militares, políticos, agricultores, amas de casa, obreros y gente común, que significó el germen de la reconquista de la libertad, así como del incipiente borrador del pacto social con los conceptos democráticos y objetivos de Estado que regirían la futura Francia liberada

El manifiesto de Hessel, que en apenas semanas ha superado los 200.000 ejemplares, hace un llamado a los jóvenes a oponerse a todo tipo de totalitarismos, fascismos y dictaduras, los insta a rescatar la verdadera democracia, a exigir independencia a los medios y oponerse al acoso a la libertad de prensa, en resumen, a volver a los valores y principios que dieron origen a la Resistencia. “El Consejo Nacional de la Resistencia llama a los que harán el nuevo siglo, a indignarse ante la desigualdad, la pobreza, las dictaduras fascistoides, la despiadada dictadura económica de los mercados financieros”, entre otros motivos para iniciar una “insurrección pacífica real”. Hessel habla de una “amnesia generalizada” de la sociedad, del desastre ecológico planetario, haciendo énfasis en la falta de rumbo y pérdida del sentido de los dirigentes políticos. “Lo que está siendo cuestionado, es la base de las conquistas sociales de la Resistencia”. Hessel insiste en su crítica al Estado, por su apoyo a los grandes consorcios bancarios y corporaciones multinacionales, en detrimento de los ciudadanos en un momento en que la crisis está acabando con el bienestar social en Europa. “¿Quién controla, quién decide y quiénes son los interesados en esas decisiones descabelladas?”, se pregunta Hessel. “Las corrientes que nos gobiernan son confusas. Por otra parte, vivimos en un vasto mundo interdependiente, con una interconectividad como nunca existió. Por eso, nos enteramos que en este mundo hay cosas intolerables, por lo que hace falta que nos indignemos”.

Al otro lado del Atlántico, otro que ha asumido el terrible riesgo de opinar sin ambages sobre su país, es Lee Iacocca, de 82 años de edad, conocido en el mundo empresarial como el CEO que hace veinte años ayudó a salvar la industria automovilística americana y que hoy ve con la misma indignación, cómo una parte de la ayuda del Estado a los bancos y entes crediticios, se utilizó para el pago de las multimillonarias ganancias anuales de sus directores, ejecutivos y accionistas, los mismos que habían causado la crisis financiera que provocó la pérdida de sus hogares a millares de familias y causante del desempleo de millones de norteamericanos. Opuesto a la inmensa burocracia y a la constante improvisación de los gobiernos, salió de su cómodo retiro para escribir su proclama: ¿Dónde están los líderes?, en la que se pregunta: “¿Acaso soy la única persona en este país que está harto de lo que está pasando? ¿Dónde diablos está nuestra indignación? Tenemos una banda de payasos que no tienen ni idea de cómo dirigir el Estado. Lo que si tenemos son gángsters corporativos. Usted no puede llamarse un patriota si no está indignado”.

Estamos en medio de una crisis global, incluyendo la perdida de valores, confusión política, desinformación, distorsión de la democracia, ausencia de liderazgo y anomia generalizada. No podemos seguir permitiendo que autócratas y líderes mediáticos inescrupulosos e ineptos decidan los destinos de los pueblos, del planeta y de la humanidad entera. Por eso, el llamado de estos dos ancianos a dejar de lado la fatalidad y el conformismo, es una gran lección para las jóvenes generaciones. Ambos, sin conocerse y coincidiendo en sus puntos de vista, terminan sus manifiestos expresando que tienen “esperanza en los jóvenes”, en su capacidad y derecho a indignarse ante lo intolerable. Ambos opinan que las sociedades está clamando por líderes y, según ellos, los líderes “no nacen, se hacen”.

edgar.cherubini@gmail.com

http://ideasdebabel.wordpress.com/2010/12/15/edgar-cherubini-lecuna-%C2%A1indignate/#more-12419